La desheredación es una figura sucesoria que no precisa de demasiadas presentaciones. Todo el gremio relacionado, directa o indirectamente, con el Derecho Civil, sabe que trata de una disposición testamentaria que permite al causante privar de la legítima. Además, también es conocido que, en teoría, por tratarse la desheredación de una sanción, sus normas y, en concreto, las causas previstas en la ley que permitirán al causante excepcionar la legítima, tienen que ser objeto de una interpretación restrictiva, estando vetada la aplicación analógica de sus normas. Esta última afirmación, en torno a que la desheredación es una figura sancionadora y que, por ende, tiene que ser interpretada conforme al aforismo, que no principio, odiosa sunt restrigenda, ha sido repetida, hasta la saciedad, por la doctrina y la jurisprudencia. Seguramente, el lector que tenga esta monografía en sus manos esperará que aquí se reproduzca este planteamiento, ya defendido por eminentes autores, para luego visualizar una prolija cita de sentencias y una propuesta de lege ferenda en la que se apueste por una modernización de la desheredación y, en particular, de las causas desheredativas. No obstante, esta obra vas más allá, pues pretende hacer una revisión de gran parte de los planteamientos que se manejaron en el pasado, y no solo respecto a la hermenéutica de las causas de desheredación, sino de toda su arquitectura normativa, yendo desde su naturaleza jurídica hasta sus efectos.
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